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19 de Mayo de 2017. Colegio San Agustín
Gran Final Masculino
Llevaban toda la temporada esperando y preparando este momento. Trece meses lamiéndose las heridas provocadas por unos lobos que pusieron en jaque -y provisional mate- su condición de reyes de la selva, pero pocas fuerzas de la naturaleza son tan irrefrenables como una manada de tigres con ganas de revancha y de cerrar cicatrices.
De ello dio buena muestra este viernes Maristas Chamberí, quien tras quedarse a un pasito del título el pasado curso ahora es flamante campeón de la Copa Colegial 2017. Un torneo en el cual los pupilos de María José Ortiz han acabado cumpliendo los pronósticos que les situaban entre los máximos candidatos al Estandarte, demostrando unos nervios de acero ante la presión que conlleva ser el rival a batir y la ansiedad que podría haber generado la dolorosa derrota de 2016.
Nervios de acero… y muñecas de seda, pues han ganado sus cinco compromisos en esta competición por un margen medio de 21,6 puntos. El último de ellos, contra un aguerrido San Agustín, que sucumbió por un 43-61 sin embargo engañoso.
No en vano, el duelo resultó mucho más nivelado de lo que invita a pensar el tanteo final y de hecho, mediado el último cuarto, el luminoso reflejaba un igualado 40-40 que hacía aventurado cualquier tipo de pronóstico.
Tablas en el electrónico que Pablo Suárez se encargó entonces de romper, para reivindicarse como el indiscutible MVP del torneo que a la postre sería nombrado.
Con 9 tantos, 2 robos y una asistencia en la recta decisiva del choque, el base comandó un contundente parcial de cierre de 3-21, que inclinó la balanza a favor de unos Tigres cuya férrea defensa dejó a cero el casillero de su contrincante durante cinco minutos y medio. Así se acabó decidiendo una apoteósica final, que congregó a un millar de espectadores en la abarrotada grada del Nido de las Águilas.
Un pabellón que en los prolegómenos del encuentro rindió un sentido homenaje a José Amián y Belén Jordana, alumnos del Colegio Nuestra Señora del Recuerdo fallecidos recientemente. En presencia de sus padres y el equipo masculino de los Napoleones -en el cual jugaba él-, todos los asistentes guardaron un respetuoso minuto de silencio en su memoria, que dio paso a una atronadora ovación. Descansen en paz.
En los compases iniciales del choque fue San Agustín quien llevó la iniciativa, llegando a acumular una renta de +6 en el luminoso (11-5). Un gran arranque de los locales en el que mucha responsabilidad tuvo Rodrigo Lardíes, cuyo potente primer paso y cambio de ritmo causó verdaderos estragos. Con él portando la batuta del juego, los suyos trataron de ensanchar la cancha buscando preferentemente los lanzamientos exteriores, como el que sirvió para que Dani Centeno estrenara el marcador.
Superada una grave y larga lesión, ‘El Renacido’ debutaba por fin en la presente Copa Colegial, dejando pronto su sello en un partido en el que anotaría un total de 9 puntos.
Mientras, Maristas Chamberí se encomendó desde el principio al acierto de ‘los Pablos’, quienes demostraron por enésima vez su perfecta sintonía en cancha.
Como Isiah Thomas y Joe Dumars, resulta difícil disociar a Pablo Suárez y Pablo Alonso; dos ‘combo guards’ de elegante mecánica con capacidad para hacer de todo y todo bien. El base concluiría la contienda con 20 tantos y 5 rechaces, por los 14+6 acreditados por el escolta. Su puntería neutralizó el buen inicio de las Águilas, para poner el 13-13 al final del primer acto.
El pequeño receso entre cuartos fue aprovechado por la Asociación de Baloncesto Colegial para presentar a la Fundación Síndrome de Dravet, cuyo presidente, Ignacio Carrera, explicó en qué consiste esta enfermedad denominada rara y para la que dicha entidad investiga un tratamiento.
El Síndrome de Dravet es una epilepsia catastrófica que afecta al cerebro en formación de los niños, dejando graves secuelas neurológicas y de la cual en España existen 200 casos diagnosticados.
En el segundo asalto, uno y otro conjunto elevaron su intensidad atrás, provocando con sus pegajosas defensas el fallo de hasta 22 tiros de campo entre ambas escuadras en este periodo. Así, con las canastas llegando a cuentagotas, solo sendos triples de Jaime García y Gabriel Gil en la recta final permitieron que Maristas se fuera al descanso ganando por 20-24.
Pero el paso por vestuarios no enfrió a los Tigres, quienes en la reanudación amagaron con sentenciar el choque por la vía rápida. Gracias a un 0-7 de entrada, los de ‘coach’ Ortiz superaron por primera vez la decena de puntos de renta en el marcador (20-31) y eso que Pablo Suárez aún no había destapado el tarro de las esencias.
Entonces, el base encadenó tres acciones de muy bella factura, que corroboraron toda la calidad que atesora: una bandeja ‘finger roll’, una genial asistencia a Carlos García-Mauriño -quien estaba solo bajo el aro tras entrar cortando por la zona- y un bonito rectificado en el aire.
Reflejando el electrónico un 24-37 a falta de tres minutos para la conclusión del tercer acto, Maristas Chamberí parecía tener el triunfo en su mano, pero nada más lejos de la realidad -afortunadamente para el espectador neutral-.
Como el Ave Fénix, San Agustín resurgió de sus cenizas para hacer creer en una épica remontada a su hinchada, que contagiada por el espíritu de sus jugadores exclamaba al unísono: «¡Sí se puede, sí se puede!».
Con Gonzalo y Rodrigo Lardíes dejándose hasta el último gramo de fuerza a ambos lados de la cancha, los de Miguel Ángel Soberón llegaron a igualar la contienda, imprimiendo una velocidad vertiginosa a sus ataques (40-40, minuto 26). Sin embargo, este tremendo esfuerzo físico acabó pasando factura a los locales, quienes una vez conseguido lo más difícil se desfondaron sin solución de continuidad.
Oliendo la sangre, los Tigres no perdonaron y sendos triples de Pablo Suárez y Pablo Alonso devolvieron el oxígeno a su equipo cuando más lo necesitaba (40-46). Después, el acierto del base en los tiros libres cerró la victoria de Maristas, que de esta manera se alzó con el primer Estandarte de su historia (43-61).
Un título cuya consecución habría sido justa con cualquiera de los dos contendientes, pero que en esta ocasión recompensa la trayectoria de un bloque que no solo lo rozó en 2016, sino que ya pujó por el mismo en 2015, practicando siempre un baloncesto con sello de identidad propio.
Asimismo, pone el broche de oro a la carrera colegial de un Pablo Suárez nombrado MVP de la competición, donde ha promediado 19,6 puntos y 5,8 rebotes por encuentro.
Él ya es otra leyenda más de un torneo que en 2017 cierra el telón de una brillante edición, como ojalá lo sea la de un 2018 para la cual ya contamos los días… las horas… los minutos. ¡Viva la Copa Colegial!
David Monzón. 1:11:18. Hace más de 1 mes
Redacción. Hace más de 1 mes
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