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29 de Abril de 2022. Colegio Movistar Academy Magariños
Gran Final Masculino
Crónica: Carlos Pastor Zarrabeytia
Fotos: Marc Doncel
1 Mayo, 2022
13. A lo largo de la historia en muchas culturas tanto occidentales como orientales, ha existido cierto misticismo en cuanto al tratamiento de la peculiar cifra. Existen hechos y momentos históricos que envuelven el número en un halo de misterio, vinculándolo estrechamente a malos augurios. Otras versiones, relatan que la relación espiritual con el número no constituye el final eterno, sino simplemente otra etapa de transición que todos debemos atravesar. Hay que remontarse a 2009 para recordar el último estandarte del equipo masculino de Joyfe. Aquellos fueron los que trajeron la gloria y el honor de representar a su colegio, colocándolo en el selecto e inmortal grupo de campeones de la Copa Colegial. Poco podían imaginar estos jugadores, niños en la segunda corona de Joyfe, lo que les depararía el destino un viernes 13 años después. En el otro lado tenían al auténtico dominador de la Copa Colegial durante los últimos años, el colegio Estudio. Al campeón siempre se le respeta, y lo que suele ocurrir tras años de éxitos, también se le teme. Ganar durante muchos años no es fácil, mantenerse y competir hasta el último minuto, tampoco.
Los motivos para luchar, para motivar a los tuyos, se pueden dar de muchas maneras diferentes. El deseo, la pasión, la venganza, la gloria y el honor, son herramientas poderosas de las que se sirve un equipo para alcanzar una meta. Ismael, entrenador de Joyfe, me lo dijo hace tres partidos, “Nosotros lo único que queremos es la Copa”. Ayer, antes del partido y para motivar a los suyos llevaba su medalla de subcampeón con el equipo femenino en el bolsillo. Se la hizo mirar a sus jugadores, pidiéndoles a sus hombres la de campeón, volviendo a casa con los escudos, o sobre ellos. Los amuletos forman parte de nuestra vida, nos rodean por todas partes. El aura que presentaba Joyfe, podía percibirse, hasta casi tocarse. El colegio Estudio, para mi sorpresa, presentaba varias bajas importantes de cara a la final. !Qué mala suerte¡ fue lo primero que pensé. Lo es. No debe ser sencillo jugarte todas tus cartas de una tirada, cuando te faltan piezas importantes. La vida es así, supongo. Pese a ello, un gran campeón lo es por algo. Y lo demostraron con creces.
En las finales siempre se dice que aparecen los grandes jugadores, aquellos que son capaces de soportar la presión, de liderar, de fallar y recuperarse, de luchar por lo que consideran honorable. Cuando tu jugador ofensivo más importante, el que impone el ritmo, maneja las jugadas y dinamita los partidos, también lo es en el otro lado de la cancha, nos encontramos con un jugador impresionante, David de Teresa. Le tocó bailar con la más fea de Estudio, Enrique de Zabala, organizar el juego, tomar decisiones, y golpear al contrario siempre buscando el KO, parecía que olía la sangre y el miedo en el rival. Espartaco, Guillermo Martín, lideró una defensa de la que todavía me estoy recuperando. Un auténtico infierno de intensidad, contacto, lucha por el rebote y un deseo de realizar ayudas al compañero siempre que fuera necesario. El 13-1, Jorge Jiménez mantuvo la fe en sus cualidades hasta el final, consiguiendo acciones decisivas en ambos lados de la cancha. Víctor Jiménez resultó ese extraño elemento (Andrés Montes así llamaba a Robert Horry, jugador clave en los momentos decisivos con muchos equipos) de la final, anotando puntos desde la siempre temida línea de personal, atacando el aro y deleitándome con su elegante mecánica de tiro de la que, humildemente, me siento identificado. En el colegio Estudio, Enrique de Zabala sostuvo a los suyos negándose a ser vencido, manteniendo a su equipo vivo hasta el final y mostrando al público su excelente abanico de fundamentos técnicos y tácticos. De esos jugadores que merece la pena pagar una entrada para verlos. Junto a él, Ignacio Cabrera se convirtió en el eje sobre el cual giró Estudio durante todo el encuentro. Terrible jugador, cargado de intensidad e ímpetu por competir, avivó a los suyos desde el principio del encuentro.
La batalla estaba servida. Se conocían y se tenían ganas desde hace tiempo. Y ahora, trece años después, estaban justo donde querían. El pabellón y el ambiente era atronador, gradas repletas de ilusión, nervios, y deseo de alentar a los suyos. Esos segundos previos a que el árbitro lance el balón, ese momento de silencio. La calma que precede a la tempestad. Gran Final de la Copa Colegial, todo el torneo resumido a un partido. Por Joyfe formaban de inicio: Guillermo Martín, David de Teresa, Jorge Jiménez, Álvaro González y Pablo Esteban. Colegio Estudio hacía lo propio con: Enrique de Zabala, Ignacio Campos, Ignacio Cabrera, Gonzalo García y Beltrán Travesedo.
Primer cuarto. La intensidad se sentía en los jugadores, los primeros momentos del partido nos regalaba acciones individuales de Ignacio Cabrera, quien tomaba las riendas del equipo cargando la zona rival con furia, buscando el contacto y obteniendo los primeros puntos para los suyos. David de Teresa respondía potenciando una de sus virtudes, la entrada a canasta. Joyfe intentaba cerrar filas en defensa para evitar los embistes de Ignacio Cabrera y Espartaco cargaba la zona rival cuando las opciones en ataque no estaban claras. Jorge Jiménez lo intentaba, realizando buenas jugadas y desmarques que no se correspondían en puntos, pero que dejaban destellos de su calidad. De Zabala y David de Teresa se defendían mutuamente tratando de anularse, realizando ambos un gran esfuerzo físico. La defensa de Estudio presionaba en toda la cancha y cargaban los rebotes de ataque obteniendo muchas segundas oportunidades. Víctor Jiménez, desde la línea de personal acercaba a los suyos dejando el marcador en 6-8.
Segundo cuarto. En Joyfe las situaciones de ataque no salían, pese a que encontraban buenas situaciones para anotar, no estaban disfrutando de su mejor partido. Nerviosos, no encontraban la manera de conseguir canastas fáciles. Estudio no permitía penetraciones y su defensa de perímetro asfixiaba la circulación de Joyfe. Ignacio Cabrera seguía liderando la ofensiva, pero según avanzaba el cuarto, ese juego físico parecía ir haciendo mella. La defensa de Joyfe era una defensa de codo con codo, constantes ayudas de Espartaco y sus hombres, tapones, robos de balón e intensidad. Víctor Jiménez conseguía premio a su empeño cargando la zona rival y aportando para Joyfe. De Zabala comenzaba sumando para Estudio, resolviendo jugadas individuales y repartiendo juego para su equipo. De todos modos, estuvo muy bien sujeto por la defensa de Joyfe, David de Teresa realizaba, junto con sus compañeros, un gran esfuerzo en ambos lados de la cancha para sostenerlo. Cuando el partido estaba feo, Guillermo Martín tiró de los suyos. Que manera de defender y ayudar al compañero, de cargar la zona rival con deseo de conseguir la canasta. Contagia a sus compañeros, quienes se miran a los ojos y saben que cada uno lo está dando todo por el otro. Víctor Jiménez mediante jugadas individuales mostraba su talento y elegancia. Era un partido más de defensas, que de ataques. Los nervios, y las supersticiones se vislumbraban. Yo había visto más veces lo que sucedía con Joyfe y los terceros cuartos, donde cuenta la leyenda que el número 8 aparece de entre las sombras para avivar el incendio. Faltaba poco para comprobarlo. Al descanso el marcador era 17-14.
Tercer cuarto. Parecía que Estudio tenía mayor control sobre el partido, su defensa se mantenía firme y el ataque de Joyfe no transcurría con fluidez. Estaban perdonando ocasiones para ampliar la ventaja, y aunque Joyfe no estaba en su mejor nivel, la diferencia era mínima. Cuando el cuarto comenzó con un triple de David de Teresa, no pude hacerme el sorprendido, me lo veía venir. No sabes por qué, pero va a pasar. Anotó dos seguidos, que incendiaron a la afición, a su banquillo y a su entrenador. Se palpaba la tensión, pero Gonzalo García y Enrique de Zabala sacaban la casta del campeón, de aquel que se ya ha visto en estas situaciones en muchas finales, con dos triples seguidos. Víctor Jiménez comenzaba a recuperar sensaciones y a ser fundamental. En ambos lados de la cancha, cerraba su defensa y hacía un excelente trabajo de intimidación con Ignacio Cabrera. Se sumaba a esta sangría ofensiva David de Teresa, quien cargaba la zona rival al contraataque tratando de aumentar la intensidad a un partido que había estallado. Víctor Jiménez y Pablo Esteban anotaban para Joyfe imprimiendo un ritmo infernal en defensa, ayudándose unos con otros y no regalando ni la hora. No había canastas fáciles, el contacto estaba permitido. Después de ese gran arranque inicial, Estudio se fue diluyendo ante el vendaval que proponía su adversario. La defensa asfixiante hacía mella en sus jugadores importantes, que notaban recaer sobre sus hombros el peso de la anotación. La profecía se volvió a cumplir y Joyfe incendió el cuarto en ataque, apoyados en una excelente defensa que cerraba filas ante las acometidas de Estudio.
Cuarto cuarto. Arrancaba Estudio, demostrando porque son grandes campeones. Con más corazón que cabeza reducían distancias involucrando a sus compañeros y afición. Los grandes rivales, siempre son difíciles de batir, eso es lo que los hace especiales. Se acercaban en el marcador gracias a Ignacio Cabrera, quien quemaba sus últimos cartuchos de energía, Yago Dedev e Ignacio Campos, quien realizó un excelente esfuerzo sobre de Teresa, y una gran labor en la defensa agresiva de perímetro. Además, sumaba en el plano individual reduciendo la desventaja. Y es aquí donde Jorge Jiménez apareció para anotar un triple decisivo, al que se sumó Víctor Jiménez con otro en la siguiente posesión, que acabó de explotar el partido. Espartaco, Guillermo Martín, y Víctor Jiménez hicieron notar su presencia bajo los aros, proponiendo una intensidad difícil de igualar para Estudio. Una pesadilla, con cada embestida de Estudio, ambos cerraban la zona mostrando al rival que nada iba a ser fácil. El paso de los minutos se notaba en la toma de decisiones, sus jugadores principales se encontraban cansados debido al tremendo esfuerzo realizado. La defensa de Joyfe era un infierno. Como los grandes héroes, Enrique de Zabala se negaba a entregar el partido, anotando un triple que acercaba a los suyos. Con el partido en un alambre, de Teresa dió el golpe de gracia con una canasta tras robo a de Zabala, que dejaba el marcador sentenciado a pocos segundos para el final.
Otra vez volvió a aparecer cuando su equipo más lo necesitaba. No se le agotaron las energías, llevaban demasiado tiempo esperando este momento. 13 años después de que sus compañeros colgaran el último estandarte en el pabellón, Joyfe tumbó al gran campeón de la Copa Colegial. Lo hizo con justicia, con la determinación de aquellos que no querían volver a casa sin la copa. Lo desearon con demasiada fuerza, trabajaron como un auténtico equipo durante todo el torneo y, ¿saben que? aunque pasen los años, nadie podrá quitarles lo conseguido, las siguientes generaciones mirarán los estandartes en el pabellón, mostrando a los más jóvenes el camino a seguir.
Los años transcurrirán y se seguirá hablando de vuestra gesta, vuestro colegio os recordará, y yo también. Gracias por emocionarme, por hacer querer salir al parquet vestido de corto, gracias por recordarme porque el baloncesto fue mi vida durante tantos años. Os deseo lo mejor.
Sergi Àlex. Hace 3 semanas
Redacción. Hace 3 semanas
Redacción. Hace 3 semanas
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