Tras la derrota de las mini-lobas, ahora les tocaba a los lobitos de Claret ganar a Sant Gervasi Mollet, los vigentes campeones. El reto no sería fácil, pero los claretianos llegaban como los favoritos. Aun así, no se podían fiar un pelo por lo que acababa de pasar en la final femenina. Sus compañeras, que también eran favoritas, habían perdido la final y ahora les tocaba a ellos ganar si querían celebrar con toda la escuela la gran victoria en la final masculina.
Los entrenadores claretianos cambiaban banquillo tras la final femenina para evitar posibles gafes y no repetían en el mismo lado de la pista. En los prolegómenos del choque, que seguía la misma dinámica reglamentaria que el partido femenino, dominio inicial de Claret. Tenían claro que no se querían ir de vacío, aunque de vacío aquí no se va nadie, ni siquiera las escuelas que habían quedado eliminadas en la fase de grupos. La Pequecopa, además de ser considerada la mejor a nivel minibasket de toda Europa, es especial porque el ambiente es siempre impresionante: más de 600 personas se habían acercado hasta la escuela.
Buenos minutos de del Valle (MVP), que lideraba un primer parcial claretiano por 4 a 1. Sant Gervasi no se vendría abajo y, gracias a los tiempos muertos, podría reaccionar ajustando el tanteo a un peligroso 5-4. El partido iba a un ritmo vertiginoso y se avecinaba un final, como nos tienen acostumbrados en la Copa y en la Pequecopa Colegial, de toma y daca.
El cierre final del choque se acabaría decantando por parte de Claret, que hacían valer su agilidad y rapidez frente a la altura de los pívots de Sant Gervasi. A continuación, se produciría el estallido de euforia lobuno: todos los jugadores saltaban a la pista tras reconquistar la Pequecopa, una competición que no ganaban desde 2015. Ahora, ocho años después, los mini-lobos volvían a saborear las mieles de la victoria. El peque-estandarte era suyo y lo levantaban al cielo de Sant Adrià al grito de “Un dia de partit”.
Sant Gervasi no se iba para nada derrotado. Habían luchado hasta el final y, lo más importante, se lo habían pasado teta. ¡Viva el mini-basket colegial, nos vemos el año que viene!
