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Copa Colegial 2014 por Bifrutas

Angel Sanz; "El Deporte y el David de Miguel Angel"

Angel Sanz es Patrono de la Fundación Baloncesto Colegial y está apoyando a diferentes deportistas y atletas a conseguir su objetivos a través del "me

3 de Agosto de 2015      Comenta este artículo

Os dejamos en estos días de verano con un artículo escrito por Angel Sanz en su blog de Expansión llamado REIMAGINANDO. Angel es patrono de la Fundación Baloncesto Colegial, organizadora en 2015 de la Copa Colegial y del resto de eventos y actividades en 11 ciudades, y en esta ocasión reflexiona sobre la verdadera Cultura del Deporte.

Etimológicamente, la palabra educar proviene del latín educere o educare y consta de dos partes: "e-" que significa extraer y "-ducere" que se refiere a conducir y guiar. Al juntarse en el término "educación" se refieren a sacar y desarrollar las potencialidades físicas, psíquicas y de conocimiento (intelectual y cultural) de la persona educada que es parte activa en el proceso formativo.

Por tanto, cuando decimos que los niños son lienzos en blanco sobre los que hay que pintar y que debemos tener cuidado con cómo les educamos, la cosa no es exactamente así. A través de la educación no estamos definiendo su personalidad ni su desarrollo. No estamos construyendo las personas. Si queremos utilizar una metáfora artística, en lugar de la pintura sería más bien la de la escultura y el proceso de educar consistiría en sacar la figura que hay dentro de la piedra.

A principio del siglo XVI, cuando Miguel Ángel Buonarrotti terminó su famoso David de casi 6 metros de altura, diversos personajes de la época le preguntaron cómo había sido capaz de hacer una escultura tan bella y su respuesta fue: "Simplemente retirando del bloque de mármol todo lo que no era necesario. Cada bloque de piedra tiene una estatua en su interior, y es la tarea del escultor descubrirla. Vi la figura en el mármol y tallé hasta que la puse en libertad".

La labor educativa es más una labor de tallar que de pintar. Nuestros educadores necesitan ser capaces de ver la potencialidad para dedicarse a sacarla más que intentar dibujar lo que deberíamos ser. Cada piedra de mármol tiene retenido una figura única que hay que liberar. Y esto es lo opuesto a un lienzo en el que tenemos que pintar con nuestro estilo, nuestros gustos, nuestras preferencias o los dictados de un sistema. La educación va más de mazo y cincel que de pinceles y colores.

Cuando entendemos esto, nos damos cuenta de que esto de educar debe ir en el sentido opuesto al que ha ido tradicionalmente. Va desde la persona educada hacia fuera y no desde el educador hacia dentro. Va de abajo hacia arriba y no de arriba hacia abajo. Si seguimos de arriba hacia abajo o de fuera hacia adentro, más que educar estamos adoctrinando, estamos forzando una instrucción que es limitante de por si, que lo único que hace es repetir información y que no permite el máximo desarrollo de las personas que estamos educando, ya que estamos siendo limitados por nuestro propio conocimiento. 

Esta reflexión me ha dado áun más alas sobre mi visión del deporte como herramienta educativa.La misión de un entrenador no es hacer un buen jugador sino sacar el mejor jugador que su discípulo tiene dentro. Un entrenador no quiere que todos sus jugadores sean iguales. Identifica el talento y las caracterísiticas de cada uno y poco a poco intenta sacar lo mejor de él. En los deportes de equipo, el entrenador potencia esa individualidad para integrarla en un bien superior e intenta crear una armonía en el que todos esos talentos sumen más que cada uno por separado.

Y todo esto, tiene que hacerlo sin olvidarse de los resultados. Porque el resultado final es parte del proceso educativo y el desarrollo del jugador. La gestión de la victoria y la derrota es imprescindible para mantener la motivación, para el cumplimiento de objetivos y para el aterrizaje de conceptos deportivos en la vida misma donde unas veces te salen las cosas y otras veces no.

Sin embargo, en el deporte los entrenadores no son formados para sacar la escultura más bella posible. Tienen cinceles para sacar buenos jugadores, buenos atletas y buenos deportistas pero no les han dado cinceles para sacar las mejores personas, para extraer las habilidades y las competencias que el deporte permite o para trabajar con los deportistas en valores de una manera ordenada, estructurada y eficaz. A veces salen algunos entrenadores que, por iniciativa propia, han desarrollado su propio método para trabajar estas capacidades y lo aplican en su día a día. Son aquellos que se han dado cuenta de que son educadores antes que entrenadores pero que las dos figuras son compatibles si se definen adecuadamente las prioridades.

Tenemos la manía de pensar que utilizar el deporte para educar es incompatible con sacar el mejor jugador que hay dentro de un deportista y no nos damos cuenta de que es justo al contrario. Que la única manera de sacar lo mejor de uno es desarrollar al máximo todas sus capacidades y no sólo unas cuantas. Que la mayor garantía del alto rendimiento es el equilibrio en todas las facetas: las personales, las deportivas, las formativas, las físicas, las mentales, las técnicas y las tácticas. 

Hay unanimidad al pensar que el sistema educativo necesita un cambio radical. Que necesita evolucionar de un sistema industrial (café para todos) hacia uno más individualizado que permita el desarrollo del talento individual. Y esa es la tendencia que están marcando las referencias en este ámbito como Sir Ken Robinson Richard Gerver. Nosotros en el deporte ya lo hemos hecho. Ya estamos donde el sistema educativo quiere llegar.

Sin embargo no lo estamos aprovechando porque nos estamos centrando en el desarrollo deportivo y nos estamos olvidando de nuestra capacidad de impacto en el ámbito educativo. Y el mejor ejemplo de esto es que no formamos a nuestros entrenadores para educar a través del deporte. Les formamos para que permitan desarrollar la actividad deportiva y esperamos que la educación y los valores se peguen por ciencia infusa o que sea iniciativa personal de cada uno y no la consecuencia de un sistema con objetivos claros en este ámbito. Tallamos una parte de la estatua y esperamos que la otra salga bien en el proceso.

El día que el deporte entienda que debe utilizar esos otros cinceles que tiene guardados en el cajón, ese día estaremos preparados para ir aportando Davides a la sociedad y no sólo estatuas deportivas. Será entonces cuando tendremos conciencia del valor real del deporte.

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